Rodeándolo las vibraciones, el lugar,
mi lugar de nada más que miedo,
acaso de cornisa paseada
de pájaros hinchados por su himno,
y yo compongo el timbre
que me agita eléctrico, instrumento
la boca temblorosa siendo espuma.
Construyo este lugar sin la costumbre
de hacer un otro alguno, sin haber
rallado otros cristales, sin
experiencia de portones que rasparan
la luz haciéndola hilo y atroz,
pasando por la piel, temprano
por piel arrinconada dando polvo.